Aún hoy no se explica sobre aquella misteriosa noche en una casilla cerca de General Cabrera

Aún hoy no se explica sobre aquella misteriosa noche en una casilla cerca de General Cabrera

Como es habitual en este espacio de los misterios vamos a evitar los nombres de los protagonistas y la ubicación exacta de los acontecimientos para no comprometerlos; la historia sucedió a fines de los años 80 en una casilla rural que estaba sirviendo de refugio para un grupo de trabajadores rurales que tenían a cargo un equipo de cosechadoras a pocos kilómetros de la Ciudad de General Cabrera; por aquellos años las casillas no tenían las comodidades que tienen en la actualidad y la telefonía celular faltaba tiempo para que se inventara.

Aprovechando que estaban cerca de la Ciudad, al terminar la jornada laboral varios de los trabajadores decidieron visitar a sus familias, sólo dos de ellos quedaron a cargo de los equipos rurales durmiendo esa noche en la casilla.

El primer hecho sin explicación se da cuando intentaron poner llave a la casilla como lo hacían cada noche; la llave normalmente estaba en tornillo junto a la puerta del lado de afuera, pero esa noche la buscaron varias veces y se tuvieron que resistir a asegurar la puerta ya que la llave no estaba allí.

A los laburantes no les simpatizó la idea, ya que temían que alguien los molestara en la noche con la casilla sin llave; pero lo peor aún no había comenzado, a poco de acostarse y arroparse con las frazadas se oía un fuerte viento en el exterior y la casilla se movía hacia ambos lados. Casi al mismo tiempo los dos hombres saltan de sus lechos, olvidándose del frío que hace en las casillas en la temporada de trilla de maní y se asomaron para ver qué pasaba, grande fue su sorpresa al ver que la noche estaba sumamente calma sin nada de viento, el cielo lleno de estrellas y una helada que empezaba a hacerse sentir. Sin entender demasiado se miraron asombrados entre sí y volvieron cada uno a su lecho.

No terminaría todo allí; no pudieron pegar un ojo toda la noche entre el ruido del viento que se filtraba entre las chapas de la casilla y el movimiento incesante de la misma eran insoportables; todo ello sumado a la pérdida de la llave.

Cuando amanece y vuelven sus compañeros contaron lo sucedido, todos creían que era una broma, ya que en Cabrera, a pocos kilómetros de allí no había soplado ni una pequeña brisa en toda la noche. Y para completar el panorama del misterio, la llave estaba prolijamente colgada en el tornillo como cada día de campaña de cosecha.

Tal vez el fuerte viento en la noche de cosecha de maní fue sólo imaginación de los trabajadores, o tal vez un alma en pena no los quiso dejar dormir… Pero usted, no siente un soplido en su espalda en estos momentos.